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La chispa dentro de ti

A medida que se acerca el final del año y nos preparamos para las fiestas, he estado reflexionando sobre algo que me maravilla todos los días en mi práctica y en mi propia vida: el sistema nervioso. Hoy quiero compartir contigo, desde mi experiencia personal y profesional, por qué lo considero una de las partes más increíbles de nuestro cuerpo—una verdadera chispa interior que nos mantiene vivos, conectados y en equilibrio.

Siempre explico que nuestro sistema nervioso funciona como una cadena de luces navideñas: brillante, interconectada y llena de energía. La forma en que todo se coordina me parece casi mágica. El cerebro y la médula espinal actúan como un centro de mando, mientras que los nervios son los “cables” que llevan cada mensaje hacia todas las áreas del cuerpo. Cada parpadeo, cada respiración profunda, cada escalofrío, cada momento de risa… todo nace de una señal que viaja por esa red.

A veces, cuando estoy con mis pacientes (especialmente los peques), les pido que cierren los ojos y muevan los dedos de los pies o respiren hondo. Me encanta cómo se sorprenden cuando entienden que ese simple movimiento es el resultado de un mensaje que su cerebro envió en una fracción de segundo. Son momentos pequeños, pero dicen tanto sobre lo maravillosa que es esta conexión.

Una de las razones por las que el cuidado quiropráctico me apasiona tanto es porque sé, por experiencia propia, que cuando la columna está alineada, esos mensajes viajan con mayor claridad. Es como cuando todas las bombillitas de la cadena funcionan sin interrupción: todo brilla más. El sistema nervioso fluye, se comunica mejor, y el cuerpo responde con más armonía. Me encanta pensar que, con cada ajuste, estoy ayudando a que esa “chispa interior” se ilumine un poquito más.

Este mes, he decidido practicar algo tan sencillo como poderoso: agradecerle a mi propio cuerpo. A veces damos por sentado que nuestro cerebro nos permite soñar, que nuestros nervios nos permiten sentir el abrazo de alguien que amamos o que nos ayudan a reaccionar cuando escuchamos el sonido de un copo de nieve cayendo (sí, eso también lo hace tu sistema nervioso). He estado tomando pequeños momentos en silencio para decir: “Gracias, cuerpo, por trabajar todos los segundos de mi vida”. No te imaginas cuánto cambia la energía cuando lo hacemos de manera consciente.

Un dato curioso que siempre me deja sin palabras: si pudiéramos extender todos los nervios del cuerpo humano, medirían más de 45 millas. ¡Imagínate! Es una red impresionante que nos conecta con nuestro mundo interno y externo desde que nacemos.

Mientras cerramos este año, quiero invitarte a detenerte un instante y apreciar la maravilla que es tu cuerpo. Descansa cuando lo necesites, juega más, abraza más, siente más. Y sobre todo, reconoce cómo tu sistema nervioso te acompaña en cada paso—desde los más rutinarios hasta los más mágicos.

Deseo que esta temporada traiga luz, conexión y momentos llenos de amor. Para mí, no hay cosa más especial que compartir tiempo con las personas que quiero. Y si algo he aprendido, es que ese es el verdadero brillo dentro de todos nosotros: la chispa que se enciende cuando estamos presentes, conectados y agradecidos.